Los espacios deshabitados tienen esa urgencia hostil de la soledad, de los colores oxidados, de los surcos hondos, de los espacios estropeados y de fantasmas viajeros que muchas veces se mezclan con humanos desheredados. He conocido algunos en mi recorrido de espacios y personas, me han sorprendido sus peculiaridades, sintiendo que muchas veces son los que realmente valen descubrir. Tienen ese no se qué de lo vivido, de lo gastado, de lo disfrutado y abandonado ; esas almas rasgadas que pululan en dimensiones cercanas con miradas dolidas y neuronas enriquecidas de tanto vivir. Son paisajes, son tiempos y son vidas ahora deshabitadas.
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A medida que la incursión se alarga se descubre la profunda manifestación del mundo , con aristas profundas y formas reveladas que ya no se ocultan, se desgranan sin pudor y sin advertencias. Voy girando cada obra y me encuentro con nuevas sorpresas. Es fascinante darse cuenta del enorme poder del subconsciente y como lucha por salir cuando se le da cabida. La pintura automática como técnica y la exaltación por dejar fluir las formas que se adelantan al control de la razón, nos puede dar muchas satisfacciones en la creatividad. Hay que ser valiente no sólo para hacer, sino para interpretar los resultados sin dejar que traben el fluir del propio arte. Sé que todos tenemos nuestros rincones y es una oportunidad de compartir las revelaciones.
